Dean Karnazes al amanecer
El Domingo pasado se cumplió una semana después del maratón de Lala. Salvo los 20 minutos de trote el Miércoles me la he pasado sin ponerme los tenis, hasta ese día. Volví con 40 minutos de trote muy suavecito, pues aún siento las piernas pesadas. Este tiempo me sirvió para ir aflojando los músculos adormecidos, por la tarde ya me sentí muy bien. El lunes por ser día feriado y a solicitud de mi familia no salí a correr, me quedé en casa para ayudar a mi hija a realizar una tarea de la escuela, y vaya que fue entretenido; una búsqueda por internet, imprimir una fotos, recortar, pegar una hoja aquí otra por allá y finalmente el trabajo quedó terminado, buen trabajo en equipo, espero que «saquemos» buena calificación.
Hoy he vuelto a la rutina, me tocó madrugar porque me he formulado un programa de entrenamiento muy light para correr el maratón de la Ciudad de México o el de la ciudad de León, ambos en Septiembre, y aún no me decido por cual, ya que hay una semana de diferencia entre uno y otro, así que con ese objetivo en mente; hoy me tocaban 30 minutos de carrera «fácil», es decir 30 minutos de trote sin esforzar en ningún momento, así que 5:30 a.m. suena el despertador y ya lo estaba esperando con una mano en la ropa de correr y en la otra los tenis, salgo de puntitas para no despertar a mi esposa in a la bebé y allá voy… 10 minutos calentando… girando tobillos, rodillas, cintura, hombros, cuello… un salto para delante y otro para atrás (casi el baile del sapito)… el clima se presta para no ir titiritando los primeros 5 minutos, y así pasan los 10, 15, 20… 30 minutos… caramba!!!… como pasa rápido el tiempo cuando se disfruta algo… directo a mi sesión de estiramientos… primeros mis maltrechos gemelos que tanta guerra me han dado últimamente, en verdad se sienten tensos, me cuesta elongarlos como antes… en fin no hay prisa, estiro a conciencia sin esforzar demasiado, cuento hasta los reglamentarios 25 segundos en posición sostenida y cambio a otro grupo muscular, sigo con los isquitiobiliales, los cuadríceps, los psoas iliacos, y antes de que esto se convierta en clase de anatomía termino estirando hasta los párpados.
Retorno a casa, me doy un buen baño, un desayuno balanceado y a llevar a mi niña a la escuela, para salir corriendo rumbo al trabajo (metafóricamente), el cual está a 45 km de distancia…
Mañana será lo mismo… visto globalmente sí… pero cuando lo vives y experimentas ningún día será igual a otro, así sean las mismas tareas y secuencia de actividades, no implica con ello que segundo a segundo repitamos la anterior… Tendré que madrugar mañana, sí es cierto, tendré que levantarme a la 5:00 a.m. pero a cambio tendré mi recompensa; esos minutos de euforia, de sentirme vivo, de saberme libre… esa es la energía que me ayuda a enfrentar el día, a mantener la calma, pero sobretodo me he convencido que estoy dejando un ejemplo de vida y disciplina a mis hijas, porque tarde o temprano a ellas les tocará seguir un sueño y deberán ser disciplinadas y constantes: -«Hay que echarle ganas, así como mi papá»-, si algún día lo dicen, con eso me bastará…
Felices kilómetros…